martes, 28 de noviembre de 2017

Yashin

"Siempre vestido de negro, tenía un estilo despojado, una elegancia desnuda que desdeñaba la espectacularidad de los gestos que sobran"



Por Eduardo Galeano

Lev Yashin tapaba el arco sin dejar ni un agujero. Este gigante de largos brazos de araña, siempre vestido de negro, tenía un estilo despojado, una elegancia desnuda que desdeñaba la espectacularidad de los gestos que sobran. Él solía parar los disparos fulminantes alzando una sola mano, tenaza que atrapaba y trituraba cualquier proyectil, mientras el cuerpo permanecía inmóvil como una roca. Y sin moverse, también podía desviar la pelota con sólo echarle una mirada.

Se retiró del fútbol varias veces, siempre perseguido por las aclamaciones de gratitud, y varias veces volvió. Otro como él, no había. Durante más de un cuarto de siglo, el guardameta ruso detuvo más de cien penales y salvó quién sabe cuántos goles hechos. Cuando le preguntaron cual era su secreto, respondió que la fórmula consistía en fumarse un cigarrillo para calmar los nervios y echarse un trago fuerte para entonar los músculos.

*De "El fútbol a sol y sombra"