sábado, 29 de diciembre de 2012

Chile: acusan a exoficiales de muerte de Víctor Jara

Por primera vez la justicia chilena responsabiliza a oficiales retirados de la muerte del popular cantante, ocurrida el 16 de septiembre de 1973, a pocos días del golpe contra Salvador Allende.


Por BBC Mundo


A casi cuarenta años del asesinato del cantante chileno Victor Jara, la justicia inició un proceso contra un grupo de exoficiales del ejército de Chile a los que señala de ser presuntos autores y cómplices del crimen.

El juez especial que lleva la causa, Miguel Vásquez, acusó a los extenientes Pedro Barrientos y Hugo Sánchez Marmonti de ser los autores del homicidio del cantante, ocurrido el 16 de septiembre de 1973, cinco días después del golpe de estado contra el entonces presidente Salvador Allende.

En las detenciones masivas realizadas tras el golpe, Jara -considerado como un emblema artístico del gobierno de Unidad Popular que encabezaba Allende- fue detenido junto a miles de personas y llevado al estadio Chile, en Santiago.

Allí fue torturado y asesinado a balazos, convirtiéndose en uno de los casos más emblemáticos de las violaciones a los derechos humanos cometidas en Chile por el gobierno militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

Como cómplices del crimen Vásquez señala a Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei, Luis Bethke Wulf y Jorge Smith Gumucio, todos oficiales que estaban presentes en el estadio y quienes cumplen prisión preventiva en un batallón de la policía militar.

Justicia tardía

El juez Vásquez apuntó que "para mí las presunciones de quién disparó es Barrientos", contra quien se emitió una orden de captura internacional, ya que está residenciado en Florida, sur de Estados Unidos.

En mayo de este año, un equipo del canal de televisión Chilevisión logró conversar con Barrientos a las afueras de su casa en Florida, pero este rechazó cualquier vinculación con el asesinato de Jara e incluso negó haber estado en el estadio Chile en aquella fecha.

Este viernes, el juez Vásquez explicó a la prensa chilena que la lentitud del sistema de justicia chileno en llegar a esta etapa de acusación se debe en parte a la "falta de colaboración" para identificar a los presuntos responsables del hecho.

"Desde un principio ha habido distintas líneas de investigación; ha sido (la causa del lento proceso) fundamentalmente la falta de colaboración. Luego de reunir muchos antecedentes hay un momento en que uno debe avanzar dictando esta resolución", dijo Vásquez.

Según datos recabados por soldados conscriptos los imputados eran los responsables de la operación de detención de simpatizantes de Allende.

En junio de 2009 se realizó el juicio a la única persona que ha sido procesada hasta ahora por el caso: José Paredes, de 54 años, entonces un soldado conscripto quien confesó ser uno de los que disparó contra Jara.

"Hay que buscar los altos mandos. Yo sólo era un "pelao" (conscripto) no más", dijo Paredes a la prensa cuando fue detenido, aunque luego se retractó y fue puesto en libertad provisional.

En diciembre de 2009 la Policía de Investigaciones entregó un informe en el que se precisa que las balas que causaron la muerte de Jara son de un calibre distinto al que utilizaba el fusil del ex recluta.

Satisfacción familiar

"Nosotros como querellantes en este juicio indudablemente que estamos bastante satisfechos con lo que se ha logrado", dijo a los medios chilenos el abogado Nélson Caucoto quien representa a la familia de Jara.

Caucoto dijo creer que hay suficientes evidencias como para garantizar la condena de los acusados, en un caso cuya documentación calificó como "compleja".

El abogado recordó que la viuda del cantante, la británica Joan Turner, y la Fundación Víctor Jara siempre han exigido que se de a conocer la lista de nombre de los oficiales responsables del manejo de los arrestos en el estadio Chile.

En una reciente entrevista con el canal Cablevisión Turner expresó su esperanza de que los militares aportaran la información que les han solicitado sobre los mandos que estaban presentes en el estadio Chile en los días del golpe contra Allende.

"Nos hemos entrevistado con muchos ministros de Defensa, que se supone que es la vía para lograr llegar al comandante en jefe del día (en el estadio Chile), pero hemos llegado hasta ahí no más. No ha dado frutos ese camino", dijo Turner.

lunes, 10 de diciembre de 2012

De la gloria de Messi a la pasión de Müller

Los 86 goles de ‘la Pulga’ ya están en un catálogo en el que pueden encontrar los más mínimos detalles de cada uno de ellos. Los del ‘Bombardero’ apenas yacen en la memoria de los viejos aficionados.



Por Víctor Diusabá

Puede ser, de lejos, uno de los peores goles de final alguna de los mundiales. Alemania, 7 de julio de 1974, estadio olímpico de Múnich. Minuto 43 del primer tiempo. El partido está uno a uno entre el anfitrión y Holanda. Bonhof, en función de ‘7’, logra llegar por la derecha, casi hasta el fondo, tira un centro bajo y los tres hombres que llegan quedan en contrapié.  Dos son defensas de la ‘naranja mecánica’ y el otro es un tipo bajito, casi regordete, tiene la camiseta número 13. La pelota pega en una de sus canillas y parece irse de su control.

Gerd Müller hace lo de siempre: no se rinde y desafía las leyes físicas. Gira sobre el eje de su pierna izquierda y con la derecha alcanza a tirar, mal, pero tira. El balón salta a botes, uno de los zagueros no alcanza a cerrar y el arquero Jongbloed, con un absurdo número ocho en sus espaldas, la ve pasar a un paso pero está tan sorprendido que ni se tira.

Müller sale a celebrar con esos saltos de jugador de potrero, sus compañeros, por fin, logran bajarlo de las alturas para celebrar. Es un gol feo, antiestético, bizarro, más fruto de la torpeza que de la oportunidad. Qué importa, es un gol que vale un mundial.

  

Hay muchos más recuerdos de Gerd Müller, pero casi todos se pierden en la niebla o en las figuras de muchos de sus contemporáneos (Desde Pelé hasta Beckenbauer, pasando por Cruyff y Mazzola). El ‘bombardero’ nunca tuvo glamour, ni siquiera en ese apodo barato que le pusieron. Ahora, casi 40 años después, vuelve a sonar. Ya no por cuenta propia sino como simple referencia de un muchacho todo maravilla que no se le parece en nada: Lionel Messi. Mucho va del simple olfato al arte.

¿Recordará Müller con precisión los 85 goles con que impuso un récord en 1972, ese mismo que dejó de ser el domingo pasado en el Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla a nombre de Messi, que subió el listón a 86? Seguro que no.

Tampoco lo haría Messi si le piden que eche a rodar la película. Para eso, dirá el argentino, están los estadígrafos:  Con zurda (el 90%) 75, ocho con la derecha. Tres, de cabeza. Doce desde fuera del área y 74 adentro. 65 en cabalgatas fantásticas. 14 de penalti y 7 de tiro libre. 56 después del descanso, 17 en los últimos diez minutos. Papá del Bayern Leverkusen y del Málaga, con media docena a cada uno. ¿El socio? Iniesta. ¿Y con Argentina? No es igual, pero eso poco importa, por ahora.

Pero, ¿qué fue de Müller? No del hombre que salió a felicitar a Messi, como era de esperarse, sino de la superestrella del fútbol alemán. Una suma de desgracias y, ahora, de esperanzas. Pero, en general, muy poco bueno que contar. Ahora tiene 67 años (nació casi al mismo tiempo del fin de la segunda Guerra Mundial) y vive rodeado de los pocos que siguen a su lado, casi siempre la familia. Los curiosos son mantenidos a distancia., a veces lo ven desde detrás del alambrado cuando cumple con su compromiso de servir de instructor de las divisiones menores del Bayern Múnich.

La salud no le ayuda para superar su evidente fragilidad. Hace unos años, en Trento, Italia, dejó a la vista los alcances del exceso de consumo de alcohol. Andaba con el equipo y de pronto se esfumó. La Policía lo encontró luego de una intensa búsqueda y de identificarlo tras intentar, en vano, preguntarle quién era. Dicen que buscaba un taxi para volver a casa, que estaba a centenares de kilómetros.

A partir de ahí, tuvo entonces que enfrentar la final más dura. Con la ayuda de Franz Beckenbauer y de Uli Hoeness ingresó a un tratamiento que incluyó, de entrada, someterse a romper con la adicción. Cuenta que lo amarraban a la cama y él se desataba. Confiesa que vivió un infierno. Ellos le ofrecieron trabajo en el Bayern y desde entonces comenzó una nueva vida. Son ya 21 años de victorias, personales, no menos valiosas que las de los años de gloria, con dos hinchas que jamás lo abandonan: su esposa Uschi y su hija Nicole.

Para ellas, como para quienes no lo olvidan, Gerd siempre será ‘el bombardero’, autor, ni más ni menos, de una Copa Mundo, una Eurocopa, cuatro estrellas del Bayern Múnich y una Copa Intercontinental. ¡Casi nada!

¿Y el récord de los goles? No hará falta, ahora es de Messi.

Publicado originalmente en Semana.com