jueves, 29 de agosto de 2013

Paro agrario en Bogotá: Remember septiembre de 1977

Por Horacio Duque Giraldo

Con el día de hoy, Bogotá, la Sabana y los alrededores de la Capital han vivido una intenso y explosivo tramo del levantamiento popular vigente desde el 19 de agosto a raíz de la convocatoria de un paro agrario nacional.


La revuelta incluye acciones populares de mucha envergadura en Zipaquira, Facatativa, Mosquera, Funza, Fusagasuga y Pasca. En estos municipios del conurbano capitalino la multitud ha ocupado el espacio público para dejar sentir su furia e indignación contra la situación de pobreza y la arbitrariedad de los aparatos policiales del gobierno.

En Fusagasuga, han sido asesinadas varias personas. Entre ellas un estudiante dado que allí la inconformidad se ha focalizado en las irregularidades que se dan en la Universidad de Cundinamarca, regentada por un personaje corrupto y clientelista, el señor Adolfo Polo Solano, una ficha de las descompuestas roscas de los directorios oficialistas cundinamarqueses. Polo es un delincuente de cuello blanco que lleva varios años apropiándose de los dineros públicos de dicho centro docente, mediante contratos fraudulentos. Dineros que le han permitido comprar lujosas propiedades en España y La Florida.

La revuelta popular se ha trasladado hasta las goteras de Bogotá y ayer presenciamos acciones potentisimas en Bosa, La Calera y en la populosa Ciudad Bolívar, donde miles de jóvenes desempleados y en la marginalidad, se empeñaron a fondo contra los piquetes policiales acostumbrados al atropello y la violencia en contubernio con las bandas paramilitares que se mueven como Pedro por su casa en los barrios del sur bogotano.

Los camioneros bloquearon la Avenida Boyacá y la vía a La Calera, donde actuaron de manera mancomunada con los labriegos de la región.

Los campesinos del Páramo de Sumapaz bajaron en masa hasta la Localidad de Usme y han cerrado las rutas de acceso para visibilizar sus problemas y demandas ante el gobierno nacional.

Hoy, cerca de 100 mil personas se han movilizado por las calles de la ciudad capital y han sobrevenido los enfrentamientos, en una batalla campal que es como la madre de todas contiendas sociales.

Lo que me trae a la memoria lo que fue el histórico Paro Cívico del 14 de septiembre de 1977, que puso a temblar la ciudad y el gobierno de Alfonso López Michelsen, colocado al borde del derrumbe sino es por la intervención de los militares fascistas que ensangrentaron la ciudad con asesinatos, desparecidos, torturados y encarcelados.

Lo de hoy 29 de agosto en Bogotá es como un remember del glorioso 14 de septiembre de 1977 con su descomunal paro cívico y popular.

Sigue la lucha y el señor Santos pone piel de oveja dizque porque atraviesa la tormenta y los tormentos. Aun así continua en su maniobra para dividir la huelga, desconociendo los campesinos de la periferia mientras caramelea los de Boyaca, Cundinamarca, Cauca Y Nariño, con pañitos de agua tibia y eliminación de aranceles. Pero sigue en el uso del diagrama policial de control que incluye ESMAD, la Ley de Seguridad ciudadana y los montajes judiciales de la Fiscalia con el sindicato de testigos falsos.

Nota 1. En el centro del Valle, Tulua, Buga, San Pedro y Palmira hacen presencia centenares de campesinos que han llegado desde la cordillera de Barragán a unirse al paro. Nuestro apoyo.

Nota 2. En Santander el paro esta en Berlin y los campesinos bloquean la carretera entre Bucaramanga y Cucuta. Los labriegos de Soto Norte, de Tona, California y Vetas han organizado un bloqueo a la altura de la población de Berlin. Los estudiantes de Barrancabermeja estan apostados en la carretera que lleva a Bucaramanga y los obreros de la USO han decretado un paro en respaldo de los campesinos.

Nota 3. Ojala se pudra en los calabozos del régimen el parapolitico Luis Alfredo Ramos, dizque candidato presidencial de Uribe Velez, socio del Tuso, de Ivan Roberto Duque y de otras fichas asesinas de las autodefensas. El señor es el artífice de un espantoso saqueo de la gobernación de Antioquia, que Sergio Fajardo, el actual gobernador denuncio en el libro blanco de Antioquia publicado en febrero del 2012.

lunes, 12 de agosto de 2013

Dictadura brasileña espió países vecinos

Según archivos desclasificados, los militares brasileños no creían que el Che Guevara actuara en Bolivia con el seudónimo de Ramón.


La dictadura que gobernó Brasil de 1964 a 1985 montó una estructura para espiar los secretos militares y estratégicos de los países latinoamericanos, muchos de ellos también encabezados por regímenes militares, según documentos revelados el domingo por la prensa.

De acuerdo con los documentos recién desclasificados, dados a conocer por el diario O Estado de Sao Paulo, el Plan de Informaciones Estratégicas Militares fue creado en agosto de 1978 para que agregados militares y diplomáticos en los países latinoamericanos proporcionaran información sobre las actividades militares de los países del continente.

Las revelaciones surgen en momento de tensión en las relaciones de Brasil con Estados Unidos por revelaciones de que Washington cuenta con una red de espionaje de todo tipo de comunicaciones en el mundo, siendo que Brasil es uno de los países más vigilados.

De los países del continente, únicamente Estados Unidos y Canadá no fueron blanco de espionaje de la red creada por la dictadura brasileña, según los documentos desclasificados por el Archivo Nacional.

El documento reveló que la red de espionaje recogía información sobre la estructura general de los ministerios militares, su organización, composición de fuerzas armadas, comandos, efectivos, equipos castrenses, estructura de defensa terrestre, naval y aérea, así como actividad guerrillera en el país.

Según el diario, las informaciones debían ser enviadas anualmente al gobierno brasileño, aunque si había información urgente sobre movilización de fuerzas militares, debían ser transferidas inmediatamente.

La publicación informó también que antes de la creación del aparato de espionaje militar, el régimen castrense brasileño monitoreó los movimientos guerrilleros en países como Bolivia, Colombia y Venezuela.

Señala que existía especial preocupación por la insurgencia en Bolivia, que contaba en sus filas con agentes extranjeros, incluso cubanos. El guerrillero argentino Ernesto "Che" Guevara integró la guerrilla en Bolivia y murió en ese país en 1967 tras ser preso por los militares.

Los documentos publicados por el diario revelan que los militares brasileños no creían en las versiones de que Guevara actuaba en Bolivia con el seudónimo Ramón.

AP

martes, 6 de agosto de 2013

Elogio de la dificultad

Estanislao Zuleta

Ensayo leído al recibir el título de Doctor Honoris Causa en Psicología de la Universidad del Valle en 1980

La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiesta de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.

Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica.

Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas.

Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal.

En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida.

En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido.

Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él.

Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia –por la desgracia– de alguna revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atreverían a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos.

En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo–, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión.

Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular –todos lo son– como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira.

El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por la participación, separan un interior bueno –el grupo– y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto.

Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto.

No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado a las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa. No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una critica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de la historia las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal y de encarnar la promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree en la misión incondicionada.

Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado, estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el sólo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior.

Lo más difícil, lo más importante. Lo más necesario, lo que a todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades.

Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica: Es decir, el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasaos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. Él es así; yo me vi obligado. Él cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado. El discurso del otro no es más que de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados.

Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo.

La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier cosa.

En el carnaval de miseria y derroche propios del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad.

Dostoievski nos enseño a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil relación interhumana: van sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga un sentido. Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.

Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.

Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto:

"También esta noche, tierra, permaneciste firme.
Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor.
Y alientas otra vez en mi la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia".