martes, 17 de enero de 2012

Bolívar: tu espada vuelve a la lucha

Historia de la espada de Bolívar, robada por el M-19 el 17 de enero de 1974 en su primera operación.


Por Manuel Francisco Carreño

A comienzos de los años setenta Lucho Otero era un integrante de las FARC que trabajaba en conformar un grupo urbano de la organización, por orden de Jacobo Arenas y de Manuel Marulanda. Por esas épocas Otero y otros compañeros, entre los que se incluía Jaime Bateman, leyeron un libro sobre los Tupamaros, el grupo guerrillero del Uruguay, quienes se robaron la bandera del prócer José Gervasio Artigas, quien fuera el Libertador de dicho país.

Después de leer ese libro, a Otero se le ocurrió la idea de robar la espada de Bolívar. Otero le comentó la idea a Bateman, quien le sugirió se lo propusieran a las FARC. “Eso fue como en el año setenta. El flaco va ante las directivas del Partido Comunista y propone la idea. Contestan que eso no vale la pena porque la espada es un aparato de museo” [1]. Bateman, Otero y otros más, se distancian del partido, ellos quieren conformar un grupo de lucha armada urbana.

En 1973, ya fuera de las FARC, los mismos Tupamaros los inspiran para hacer un movimiento no muy conocido, llamado “Los Comuneros", que dura de febrero a octubre de 1973. Este movimiento, hace las primeras operaciones de inteligencia, para lo que más adelante sería la sustracción de la espada de Bolívar en 1974.


El símbolo bolivariano

La espada de Bolívar no sólo se volvería el símbolo del movimiento, también sería el soporte de un pensamiento novedoso dentro de los movimientos de izquierda en Colombia: El pensamiento bolivariano. Hasta ese momento los movimientos guerrilleros en Colombia tenían como principales fuentes ideológicas las revoluciones de China o Rusia, “hasta ese momento la guerrilla colombiana estaba en la decisión sobre sí Moscú o Pekín, si el leninismo o el maoísmo, pero nosotros en cambio éramos nacionalistas” [2]. El M-19 instauró un movimiento basado en símbolos más cercanos a la historia y tradición colombianas, pensaron en figuras que hubieran luchado por el país y no en historias sobre revoluciones a cientos de kilómetros de Suramérica. Parecía que el nuevo grupo insurgente, que empezaba a formarse en 1973, veía esos ideales de lucha latinoamericanos encarnados en Bolívar como un excelente soporte ideológico.

Con esto se buscaba darle a la revolución una identidad, identidad con la que el pueblo se sentiría mucho más identificado.

“Queríamos hacer un movimiento para el país, para la gente común y corriente, para la gente que quisiera cambiar este país. Y el nacionalismo allí era un factor esencial que no veíamos en las FARC. Comenzamos a pensar en el tipo de operación político militar, que se relacionara con Bolívar, para reivindicarlo, para alejarlo de los libros de historia” [3].

Bolívar era la imagen de un luchador contra la opresión, de un hombre que había empuñado las armas para defender y proteger a su pueblo, esto era lo que el M-19 buscaba hacer, de esta forma aquella idea de Lucho Otero sobre el robo de la espada encajaba perfectamente.

La sustracción

Una vez conformado el M-19, y rescatada la idea de Lucho Otero empezaron los operativos para “devolver la espada de Bolívar a la lucha”, al tiempo que se hizo una gran campaña de expectativa, para que los colombianos supieran de qué se trataba. En los principales periódicos del país del 15, 16 y 17 de enero de 1974 empezaron a salir unos curiosos letreros que decían: “Parásitos? Gusanos?, Falta de memoria?, Inactividad? ya viene M-19”. La gente en la calle, hacia apuestas sobre qué era el M-19. Casi todo el mundo pensaba que era algún tipo de medicamento. Pero mientras la gente apostaba, los del movimiento dejaban todo listo para la acción definitiva en la Quinta de Bolívar.

El miércoles 17 de febrero apareció el último letrero que simplemente decía “ya viene el M-19”. Ese mismo día se hizo la operación del robo de la espada como la de la toma del Concejo de Bogotá. A cargo del operativo estuvo Alvaro Fayad conocido como “el turco". A las 5 de la tarde, cuando salieron todos los visitantes de la Quinta el operativo empezó, se intimidó al personal de vigilancia, se rompió el candado de la habitación que daba a la de Manuelita Sáenz, allí estaba guardada la espada. Fayad rompe la urna donde se encuentra la espada, y la toma en sus manos: “Tomo en mis manos la espada. Me impresiona por lo pequeña. Es muy pequeña. ¡Que sensación tenerla! ¡empuñarla!”, dice Fayad en el libro de Olga Behar.

Salen de la Quinta en un Renault 12 prestado, no sin antes dejar panfletos alusivos al movimiento que explicaban qué era el M-19, por qué había nacido y quiénes eran sus enemigos.

La ruta de la espada

El revuelo que causó la pérdida de la espada no se hizo esperar. Fue primera página de todos los periódicos, quienes mostraban la mezcla de indignación y sorpresa en la que se encontraban los colombianos, incluso días después salieron informes especiales sobre el origen de la espada. “La espada todo un símbolo”, titulaba El Tiempo. Curiosamente era la primera vez que se le mencionaba en los diarios. Parecía que a la gente sólo le importó la famosa espada una vez la habían sustraído, antes de eso duró más de 50 años reposando en la quinta de Bolívar, casi totalmente olvidada.

Aquellos titulares de prensa hablaban de grandes operativos, que pretendían recuperar el artefacto, al día siguiente de su desaparición. Eso nunca pasó, entre otras cosas porque el M-19 siempre supo cómo esconderla. Los días siguientes a su sustracción la espada se guardó en un prostíbulo de Bogotá, de donde sólo salió dos meses después, para ir a la casa del poeta León de Greiff, quien siempre mostró simpatía hacia el movimiento.

Ahí empezó la gran travesía de la espada que incluyó una estadía en la casa del poeta Luis Vidales, y otros artistas e intelectuales colombianos. Pasó por un apartamento en el barrio Santa Bárbara y una finca en las afueras de Bogotá, hasta que finalmente fue sacada del país y llevada a Cuba en 1980. En 1986 nace la orden de los guardianes de la espada, título simbólico que se le dio a aquellas personas que simpatizaban con la causa del M-19, donde se incluyen, Fidel Castro, Ómar Torrijos, y las madres de la Plaza de Mayo [4]. Durante todos estos años la espada de Bolívar estuvo siempre presente en la memoria de los colombianos, ahora que era invisible, tenía la importancia que nunca tuvo cuando era visible para todo el mundo. La espada, 200 años después de ser empuñada, como tantas armas de la historia universal, se había vuelto un mito.

sábado, 14 de enero de 2012

The Damned United: Una historia de fútbol y pasiones

Reseña de la gran película sobre el entrenador Brian Clough, que logró con el humilde Derby County ganar la liga inglesa en 1972. Clough sería, años después, el artífice de una sensasional racha de triunfos para el Nottingham Forest.

Por Gonza SK
Los Ideales del Gol

En una época de fútbol convulso como en la que vivimos, se hace apreciar una historia sobre como era el fútbol sólo unas décadas atrás, donde los valores que primaban distan mucho de los actuales principios comerciales que rigen los designios de la actual economía que rodea el mundo del balón.

The Damned United, dirigida por Tom Hooper (El discurso del Rey) y basada en la novela de David Peace, narra la historia de los 44 días de Brian Clough al frente del Leeds United, enfocada desde la visión del polémico entrenador, junto con su inseparable ayudante Peter Taylor.


Brian Clough, nacido en Middlesbrough, fue el sexto de nueve hermanos de una familia de origen humilde del noreste de Inglaterra. Apasionado por el fútbol desde muy pequeño, comenzó a practicarlo en equipos amateur de su ciudad natal, hasta que tras prestar su servicio militar en 1953 comenzó a jugar en el Boro, donde logró asentarse en el primer equipo que por aquel entonces militaba en la Segunda División Inglesa. Anotó 204 goles en 222 partidos disputados a lo largo de seis temporadas, e incluso llegó a debutar con la Selección absoluta inglesa en 1959.

Después de esta gesta, Clough firmó por el Sunderland, donde continuó con su olfato goleador hasta que en 1962, en un partido de liga sufrió una lesión de ligamento cruzado anterior y se perdió el resto de la temporada en curso y la siguiente íntegra, en la que su equipo consiguió ascender a la Primera División. Tras una aparición testimonial con el Sunderland en la Primera División inglesa, durante la temporada 1964-65, Brian Clough tomó la decisión de retirarse por las secuelas que le produjo la grave lesión padecida años atrás. En 1965, tuvo un partido homenaje en Sunderland ante 31.000 espectadores, en el que jugó Clough con el dorsal 9 a pesar de su lesión, marcando simbólicamente su último gol desde el punto de penalti.

La película, en cambio, no hace referencia al Clough futbolista, sino que se centra en la marcada personalidad del entrenador en que posteriormente se convirtió. Durante esta etapa, comenzó en los banquillos del fútbol base en la temporada de su retiro, con aún sólo 29 años de edad. En la siguiente ya dirigió a un equipo de la cuarta división inglesa, el Hartlepools United, donde Brian contó con el apoyo de Peter Taylor como segundo entrenador, antiguo compañero de vestuario en el Middlesbrough en la época en que ambos eran jugadores. Taylor marcó la vida de Brian tanto en lo personal como en lo profesional. No sólo fueron íntimos amigos sino que formaron un tándem que llegó a conseguir éxitos y metas que de manera individual seguramente no podrían haber alcanzado.

En 1967, Clough y Taylor se marcharon a Derby, donde consiguen el ascenso a Primera durante su segunda temporada al frente del equipo. Y comienza una imparable carrera hasta que en 1972 el Derby County consigue con el campeonato de Primera División el mayor éxito de su historia. Posteriormente, Clough y Taylor se separaron debido precisamente a lo que narra la película: Iba a llegar la etapa más fatídica de la carrera deportiva de Brian Clough, su fichaje por el Leeds United, en aquella época probablemente el equipo más puntero de Inglaterra.

Clough y Taylor se reencontraron en 1976 en Nottingham, donde consiguieron el ascenso del Forest a la Primera División. Al año siguiente el Nottingham Forest consiguió el doblete, al conquistar la liga y la copa, y en 1979 y de nuevo en 1980 la Copa de Europa, hazaña que hasta el día de hoy no ha conseguido repetir ningún entrenador británico.

Brian Clough fue una figura única en el panorama del fútbol británico, conocido por sus declaraciones sinceras y políticamente incorrectas, dejó un extenso legado de arrogantes citas célebres hasta ser conocido por el apodo de “viejo creído”, que él mismo utilizaba para recordarse a sí mismo no volver a serlo. En cuanto a su faceta de activista, participó en el manifiesto de fundación de la Anti-Nazi League, organización política de carácter izquierdista que tuvo su apogeo a finales de los años 1970, también mostró su apoyo en huelgas de mineros, participando incluso en los piquetes de éstas. En dos ocasiones le fue ofrecido un puesto en el Partido Laborista para ser candidato al parlamento inglés y en ambas declinó el ofrecimiento.

Peter Taylor fue el escudero inseparable de Clough, tenía un gran talento para descubrir y elegir buenos jugadores, por lo que fue el responsable de la mayoría de los fichajes en los equipos en los que estuvo. La relación entre ambos empezó a deteriorarse por varias razones, pero el punto culmen fue el que Taylor, al frente del Derby County tras dejar el Forest, fichase a traición a Robertson prodecente del propio Nothingham que seguía siendo entrenado por Clough. Desde este hecho en 1983 se retiraron la palabra hasta la muerte de Taylor en 1990. Al enterarse Clough se hundió en la tristeza y posteriormente dedicaría su autobiografía y participaría en todos los actos de homenaje a Taylor.

sábado, 7 de enero de 2012