Carlos Lleras Restrepo decretó el toque de queda por la televisión
De pronto, se interrumpió la programación de televisión y una voz pausada inició su discurso con aquellas tres palabras familiares: Amigas y amigos. En una serena pero enérgica alocución, el presidente Carlos Lleras analizó la situación de orden público, deteriorada desde la misma noche de las elecciones 19 de abril.
Por Armando Caicedo Garzón
Ese domingo, los periodistas de la radio emitían boletines sobre los resultados parciales de los escrutinios que en las primeras horas favorecían a Rojas, informaciones interrumpidas abruptamente por el entonces ministro de Gobierno, Carlos Augusto El Tigrillo Noriega, quien amonestó públicamente a los periodistas por realizar sus propias cuentas sin ajustarse a los comunicados de la Registraduría.
Desde ese mismo instante, por orden expresa del Ministro, los periodistas solo estaban autorizados a emitir la información electoral contenida en los lentos Boletínes Oficiales de la Registraduría. Una sombra de desconcierto afectó entonces la credibilidad del proceso electoral y la duda se anidó en la conciencia de la opinión pública.
La sensación de fraude y la consecuente reacción de los rojistas , que perdieron las elecciones por estrecho margen, provocaron las más violentas manifestaciones postelectorales de la historia.
Esa noche de martes, 50 horas después de cerradas las urnas, el Presidente interrumpió la programación de televisión para dirigirse a sus compatriotas.
... ya lo dije y lo repito, que aquí se sostendrá la Constitución y yo seguiré en el mando hasta el 7 de agosto, si estoy vivo. Solo saldré del Palacio muerto.
... La afirmación de la Anapo sobre fraude es falsa y la rechazo de la manera más enfática. El país sabe que no miento...
... en cuanto a Bogotá, son las ocho. (Aquí el Presidente mira su reloj). A las nueve de la noche no debe haber gente en las calles. El toque de queda se cumplirá, y quien salga a la calle será por su cuenta y con las consecuencias de quien viola un Estado de Guerra. La gente tiene una hora para dirigirse a sus casas... .
Los bogotanos consultaron el reloj para comprobar si marcaba la misma hora que el reloj del Presidente.
La noticia se regó por la capital. Miles de ciudadanos recorrían, en agitado pasitrote, las cada vez más desoladas avenidas, rumbo a sus hogares. Otros improvisaban amanecida en la oficina, mientras los más avispados se refugiaban en cama ajena, previa notificación telefónica, con la manida disculpa: Mija, me cogió el toque.
Las ocho calles que conducen a la casa del General Rojas en el sector de Teusaquillo quedaron bloqueadas. Miles de sus adeptos que desde los barrios populares convergían hasta allí, no pudieron avanzar y fueron dispersados. La escasa información sobre la familia Rojas dio rienda suelta a torcidas especulaciones. En la mente de algunos anapistas se pensaba con el deseo y se echó a rodar la bola de que María Eugenia Rojas se hallaba detenida en Bucaramanga, cuando se alistaba a incorporarse a la guerrilla.
La realidad estaba lejos de ser asimilada por la opinión pública. En ese momento, el país se encontraba inmerso en un mar de encontradas emociones. Le robaron las elecciones a Rojas fue la sensación que quedó flotando en el ambiente.
Realmente, los periodistas obraron de la mejor buena fe. Es evidente que los grandes centros urbanos tienen la mejor estructura de comunicaciones y por lo tanto los datos electorales de las grandes urbes llegaron de primero a la Registraduría. Comoquiera que en Cali, Medellín, Bucaramanga, Barranquilla y Bogotá triunfó Rojas, y éstos fueron los primeros datos que llegaron, también fueron los primeros en ser difundidos por la radio.
Quien obró fuera de contexto fue el Ministro de Gobierno. Inseguro, emocionado y turbado transmitió al aire la sensación de chocorazo oficial.
Después, cuando empezaron a llegar los datos de provincia, la ligera ventaja de Rojas se convirtió en ligera ventaja para Pastrana. Los datos finales así lo comprueban. Pastrana ganó en doce departamentos. Rojas fue mayoría en siete. Y Sourdis, en tres.
El presidente Carlos Leras, a quien el pueblo llamaba Remache como síntesis de su baja estatura y su genio acerado, libró la Noche del reloj del Presidente su más memorable batalla política.
Muchos colombianos no se tragaron los resultados de la Registraduría. Entre otros, algunos apasionados integrantes de la Anapo, quienes decidieron convertir a este 19 de abril en motivo de rebeldía. De allí nació, con el espíritu de vindicta, el Movimiento 19 de Abril, M-19.
Covertido en símbolo de autoridad el reloj del Presidente de fabricación soviética fue posteriormente donado y luego rematado, para beneficio de una obra social.
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