miércoles, 13 de junio de 2012

Teófilo Stevenson: un deportista de verdad

El cubano Teófilo Stevenson fue tres veces campeón olímpico y mundial. En 1972 rechazó la oferta de un millón de dólares para pelear contra Muhammad Alí.



Por Redacción Deportiva
El Espectador

Su grandeza va mucho más allá de lo que indican los resultados, que de por sí ya son impresionantes. El boxeador cubano Teófilo Stevenson fue tres veces campeón olímpico (en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980) y tres más monarca mundial aficionado (La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno 1986).

Sin embargo, por lo que más será recordado es por no haberse dejado tentar por la fama y el dinero, por haber rechazado una millonaria oferta para emigrar y convertirse en deportista profesional. En 1972 le pusieron sobre la mesa un millón de dólares para que peleara con Muhammad Alí, pero dijo que no.

Sus demoledores derechazos lo convirtieron en el campeón de todos los tiempos, título que le dio el pueblo cubano, que, encabezado por los hermanos Fidel y Raúl Castro, le dio ayer un multitudinario adiós en La Habana, en donde murió la noche del lunes víctima de una cardiopatía isquémica.

Stevenson tenía 60 años y será recordado como ejemplo de patriotismo, dignidad y apego a su pueblo, pues a pesar de ser el mejor boxeador aficionado de la historia, dominando durante dos décadas las principales competencias de los pesos completos, nunca se sintió más que sus compañeros ni abusó de los privilegios a los que tenía derecho en la isla por sus éxitos deportivos.

Colgó los guantes en 1986. Se despidió con una victoria al noquear en el combate por el oro mundial de ese año al estadounidense Alex García. Después se dedicó a entrenar a las nuevas generaciones y a dirigir la Federación Cubana de Boxeo.

Su deceso tomó por sorpresa a sus compatriotas, pese a que hacía cinco meses había sufrido una afección vascular que lo mantuvo varios días en la sala de cuidados intensivos.

Capítulo aparte merece su relación con Alí, su contrincante frustrado. Su esperado duelo en la década de los 70 jamás se realizó y el mundo del boxeo y el del espectáculo se quedaron sin saben quién era mejor.

Pero los dos pugilistas se convirtieron en amigos. Stevenson visitó a Alí en Estados Unidos y fue su anfitrión en las visitas que cumplió la leyenda estadounidense, ya enfermo de párkinson, a La Habana, en 1996 y 1998, en una misión humanitaria.

El Gigante de Delicias, como lo conocieron sus amigos y los narradores deportivos, por el ingenio azucarero donde nació en el oriente cubano, celebró su primer combate a los 14 años y el último a los 34, dejando un impresionante registro de 301 victorias y sólo 20 derrotas, dos de ellas a manos de su peor pesadilla, el ruso Igor Visotski, a quien nunca pudo vencer.

Hijo del inmigrante Teófilo Stevenson Pearson, oriundo de la isla antillana de San Vicente, y de la cubana Dolores Lawrence, el exboxeador será recordado como una de las grandes leyendas de los Juegos Olímpicos, en los que no pudo ganar un cuarto oro consecutivo debido al boicot cubano en las justas de Los Ángeles 1984.

Y aunque defendió como ninguno las decisiones políticas de sus gobernantes, también se preocupó por difundir la idea de que el deporte debía ser un mecanismo para integrar a las naciones. Paz en su tumba.

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